La conformación de los diferentes órdenes de gobierno que hoy tenemos, no ha sido una graciosa concesión, sino que es el resultado de muchos años de estar insistiendo porque se nos reconozcan todos los derechos que tiempo atrás fueron privativos de un sólo género y que poco a poco, nos fuimos apropiando, y por consecuencia se fueron modificando las leyes para garantizar que esos derechos sean una realidad para todas; pero sobre todo, se ha venido logrando como sociedad, el cambio cultural para dejar de vernos de manera diferente y reconocernos como mayores de edad, para acceder a todos los espacios de la vida pública, social y cultural.
Que falta mucho por hacer y por lograr, sí, por supuesto que falta todavía un largo camino por recorrer para que esos derechos que ya están establecidos en la Constitución de nuestro país y en la Constitución de este nuestro bello Estado, no sean sólo letra muerta, sino que sean vividos plenamente por todas, sin excepción, sin importar condición social, económica o política.
Es ahí donde surgen las oportunidades de la tarea pública para cerrar la brecha de desigualdad que todavía se tiene para con las mujeres y otros grupos. Desde la Legislatura pasada, la LIX la que se denominó Legislatura de la Paridad de Género, en la que tuve la honrosa distinción de formar parte, se trabajaron proyectos encaminados a este propósito.
Algunas de sus integrantes insistimos en reformar el marco jurídico para lograr avances importantes en materia de paridad, con la reforma constitucional para que en todos los niveles de gobierno, el gabinete estatal y municipal fueran paritarios; reformamos la Ley Burocrática para que los salarios de hombres y mujeres que desempeñaran las mismas funciones y ocuparan los mismos puestos, tuvieran los mismos salarios, para hacer realidad la premisa de a trabajo igual, salario igual.; se reformó el código penal para lograr mayores penas a acosadores laborales, violadores y feminicidas; así como para sancionar la violencia digital y evitar el ciber acoso; se reformó la Ley de Convivencia Ciudadana para sancionar como delito el acoso callejero; entre otras reformas al marco de la ley que nos sirvan para sancionar y desalentar todo tipo de violencia hacia las mujeres y las niñas.
Por supuesto que la legislación es dinámica, y habrá mucho por hacer para seguir trabajando para garantizar los derechos de todas y de todos.
Hoy por hoy, nos preocupa el incremento de la violencia en general, pero muy en especial, de la que son víctima las mujeres.
En los últimos años los índices de desaparición forzada, feminicidios y violaciones han ido en aumento y sus cifras nos estremecen y lastiman, porque ha enlutado muchos hogares colimenses. Este año por ejemplo, hemos conocido casos muy lamentables y lo más triste es que ha campeado la impunidad.
El número de desapariciones de mujeres y de feminicidios es alarmante.
Según las cifras del Secretariado Ejecutivo Nacional, registradas de enero a la fecha del presente año, las mujeres víctimas de homicidio doloso en nuestro estado es de 9.25% por cada 100 mil mujeres, mientras que la media nacional es de 3.5.
En los delitos clasificados como feminicidios por cada 100 mil mujeres tenemos un porcentaje de 0.75 % mientras que la media nacional es de 1.23%.
Sin embargo, hay algo que nos alienta, que la violencia se ha visibilizado gracias a la participación activa de colectivos y organizaciones que denuncian, protestan y ponen en el escaparate público lo que pasa y ello ayuda a que la autoridad volteé a ver y se ponga a trabajar con mayor diligencia ante la denuncia ciudadana.
También visibilizar la violencia hace conciencia ciudadana. Causa rechazo y toma nuevas formas de contención en las familias, y con esto también tenemos que buscar las formas de reeducar a las nuevas generaciones en el respeto hacia la integridad de todas las personas. Ahí es necesario que la autoridad estatal, diseñe proyectos y programas para desalentar las conductas de violencia desde todos los espacios.
Creo firmemente que no sólo con acciones sancionadoras se logrará contener todo tipo de violencia, sino que será a través de cerrar la brecha de las desigualdades sociales, con mecanismos que pongan al alcance de todas las personas, la educación, la cultura, el deporte y el fomento de la cultura de paz, desde el seno familiar, en la escuela, en el barrio, en el espacio laboral, se pueden modificar las conductas.